Sin teléfonos fijos. Sin siquiera un escritorio por persona. Casi sin papeles. Pero con numerosos espacios comunes en los cuales los distintos equipos de trabajo irán rotando, armándose y desarmándose de acuerdo sus objetivos. Con abundante luz natural. Y desde luego, con una excelente conexión. Así lucirán los espacios de trabajo que vienen, o en otras palabras: así es como se adaptará la arquitectura corporativa a una realidad laboral que ante todo será móvil, flexible y cada vez más colaborativa.